196 (tercera parte)

Deseante: Adriano
Deseo: Link
Dedicatoria: para Samolo

Mientras dibujaba a este personaje (y me divertía horrores) me di cuenta de que no todo en la vida son calamidades. Una explosión atómica en el baño, una mascota perdida, una chamba para RS que nomás no me sale. Reconocer ese viejo gozo quizá fuera el efecto indirecto de Adriano en mi abismal personalidad. Por eso mismo, he decidido continuar la historia de este modo:


(cont.)
Mis manos son de niebla. Un violento portazo en la distancia termina por ponerme los cabellos de punta. Escucho gritos y sombrerazos en la sala de espera en la otra punta del pasillo. Instintivamente, uso mis manos transparentes para buscar en mis bolsillos: hay un lápiz. Es sólido y agradable al tacto y lo puedo sostener sin problema. ¿Qué hacer? NO dibujo una "Emergency Exit" en la pared, NO delineo una espada para degollar genios; más bien trazo una novedosa idea en el aire: "Tal vez YO no estoy desvaneciéndome. Tal vez sea EL MUNDO el que se vuelve transparente (y que ahora sólo me ofrece fantasmas). Y los fantasmas son producidos por los hombres y no viceversa".

Para el momento en que el Genio irrumpe en el estudio, acompañado de truenos, relámpagos y una bocanada de aire ardiente, yo ya me he escondido detrás de la cortina. La cortina no me oculta (es transparente), pero la bestia, inmensa y babeante, parece no verme. Bingo. Estoy viviendo una emocionante historia de héroes y dragones. Furioso, hablando entre dientes, el Genio arranca la lámpara del escritorio y desaparece dando pasos de gigante por el pasillo. El cable de corriente lo persigue como una cola... Escucho -por segunda vez- gritos despavoridos en la sala de espera.

Con una sonrisa, disfruto la forma sólida y redonda que alcancé a esconder en mi bolsillo. Un foco de 60 watts.