-Todavía no me decido… -dijo el escritor.
-Por favor, piense lo que va pedir. Se lo ruego. Tengo que atender otras mesas. O si le parece, vuelvo al rato…
-No, no, no… -repitió el hombre apresuradamente-. Sólo quiero un… Un…
La mesera puso cara de paciencia infinita. Notó con desgano que el escritor sostenía el menú de cabeza. Así no iba a llegar muy lejos.
-Quisiera pedirle, señorita, ahora que lo pienso bien…
El hombre se rascaba la cabeza. Ella estuvo tentada a decirle que volteara el menú, pero decidió mirar aburrida a su alrededor, vigilando el resto del restaurant vacío y apretando rítmicamente el botón de su bolígrafo.
-Por favor, piense lo que va pedir. Se lo ruego. Tengo que atender otras mesas. O si le parece, vuelvo al rato…
-No, no, no… -repitió el hombre apresuradamente-. Sólo quiero un… Un…
La mesera puso cara de paciencia infinita. Notó con desgano que el escritor sostenía el menú de cabeza. Así no iba a llegar muy lejos.
-Quisiera pedirle, señorita, ahora que lo pienso bien…
El hombre se rascaba la cabeza. Ella estuvo tentada a decirle que volteara el menú, pero decidió mirar aburrida a su alrededor, vigilando el resto del restaurant vacío y apretando rítmicamente el botón de su bolígrafo.
-Qui-sie-ra-pe-dir-le…¡La hora! ¡Dios mío, la hora! Señorita, ¿qué hora tiene?
-Las ocho y media.
-¿De la noche?
-De la noche.
El escritor golpeó la mesa con tanta fuerza que hizo rebotar el azucarero. La mesera lo pescó en el aire con reflejos de gato. Mientras tanto él ya había salido volando… Se escuchó a lo lejos su grito desesperado mientras trataba de parar un taxi.
-¡Lléveme a mi casa! ¡Tengo que escribir una novela! ¡Urgentemente!
-Las ocho y media.
-¿De la noche?
-De la noche.
El escritor golpeó la mesa con tanta fuerza que hizo rebotar el azucarero. La mesera lo pescó en el aire con reflejos de gato. Mientras tanto él ya había salido volando… Se escuchó a lo lejos su grito desesperado mientras trataba de parar un taxi.
-¡Lléveme a mi casa! ¡Tengo que escribir una novela! ¡Urgentemente!
La mesera vio que el hombre había dejado un bulto cuadrado en el piso, al lado de la mesa. Era una máquina de escribir.
6 comments:
Qué idiota he sido. Mejor usar los comments para añadir prolegómenos y epiloguémonos a mis monos.
Yo pertenezco a otra fauna artística:
Yo le diría a la mesera "tráigame lo más barato, de lo que haya más, lo que menos moleste. Pero rápido, que la vida se acaba." "¿Algo de beber, señor?" "Nada, gracias. En casa tengo un vaso de agua".
Dejaría propina exagerada y levantaría mis platos.
(RISAS)
Ustedes??
No pus yo sí comparto la actitud del ñor, las ganas de escribir son igualitas a las ganas de coger, cuando te agarran sólo son de una forma: "urgentes".
Mesera: Pero, ¿señorita, entonces no va a cenar nada?
Yo: ¿Pues que no se ha dado cuenta que mi cena me está esperando?, ¿o qué?, ¿quiere que yo la haga esperar?, ¿a poco usté deja esperando a su cena?, ¿tengo cara de que le voy a pedir unos molletes?, ¿tons pa qué pregunta?, meseros, ¿quién los entiende?
Dejaría por error las llaves de mi casa y de forma consciente un lipstick rojo para esa pobre mujer que esa noche no se va a merendar nada.
Besos.
Yo pediría café, uno tras otro, fumando cigarrillos imaginarios y escribiendo en una libretita frases sueltas arrancadas a las miradas de los comensales, las meseras, los peatones al otro lado de la ventana.
Al irme, olvidaría la libretita, lo mismo da si sobre la mesa del café o en el fondo de la bolsa. Llegaría a casa a cantar en el espejo, sin tocar, otra vez, la computadora.
Con que la máquina de escribir en cuestión no sea como las del "Almuerzo desnudo"´por que entonces la máquina se come a la mesera antes de cualqier cosa y tú te quedas sin escribir ni madres. Mejor pide un pizza por teléfono y te apuras a escribir en casita.
Un abrazo
Bienvenidos sus autorretratos. Risas y llantos en cada uno de ellos. :)
Yo solo digo que te (les) quedó MUY divertido el relatito... un diez pal' niño Betteo y co-epilogistas que lo acompañan...
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